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Dandini en Nueva York

Este año el periplo americano tuvo una primera jornada cargada de adrenalina y yo diría que con carácter épico. Un retraso de cinco horas en el aeropuerto de El Prat y de una hora en JFK sumado a la lluvia, la escasez de taxis y un underground con paradas más largas que las habituales estuvo a punto de malograr la primera ópera (sin entreactos) que afortunadamente se inició con doce minutos de retraso. Con la maleta en la consigna del teatro llegué a mi butaca con hiperventilación pero tres minutos más tarde el inicio del espectáculo se normalizó la respiración pasando la concentración al aspecto auditivo y visual.

Foto: Sara Krulwich/The New York Times

From the house of death no es bajo ningún aspecto una obra menor de Leoš Janáček. Un compositor que hoy en día se recupera en todos los teatros del mundo, con una personalidad artística única y con pocos paralelismos con otros músicos. La obra versa sobre las frustraciones y experiencias de un grupo de presidiarios. La multigalardonada producción del debutante en el MET Patrice Chéreau (que esta temporada también se verá en La Scala), apoyada en una austera escenografía, rozaba de forma suavizada la idiosincrasia de Bieito.

La dirección de actores absolutamente soberbia y cuidando el más mínimo detalle llegaba a su punto culminante en la escenificación de dos obras por parte de los presos. El público del MET tildado habitualmente de conservador aplaudió calurosamente la representación (figurantes incluidos). Parece ser que este teatro quiere algo más que no sólo Zeffirelli y Traviata.

El largo elenco tenía un gran nivel del que destacaríamos Peter Hoare, Willard White, Stefan Margita y Kurt Streit. Entre ellos sobresalía un extraordinario Peter Mattei, como Šiškov, de intachable musicalidad y luciendo posiblemente la voz más hermosa de barítono que podemos encontrar hoy en día “around the World”.

El debut en el MET de Esa-Pekka Salonen no pudo ser más positivo: sonido compacto, cuidado extremo por el detalle y aportación del lirismo adecuado. Al concluir grandes ovaciones para todos y la sensación de haber asistido a un espectáculo de grandísimo nivel.

Foto: Sara Krulwich/The New York Times

La siguiente representación supuso el reencuentro con una de mis obras favoritas, Les contes d’Hoffmann, y el estreno de la nueva producción de Barlett Sher (después de su éxito con Il Barbiere di Siviglia). Con la utilización de unos decorados sencillos pero sugerentes, la idea del espectáculo resultó ser errática y superficial con bastantes momentos de relleno en la utilización de los figurantes y el cuerpo de baile sin demasiada coherencia. La persecución del poeta a cargo de una starlets en topless con poca gracia tampoco ayudaba demasiado.

La dirección orquestal corrió a cargo de James Levine tras un paréntesis de reposo por motivos de salud cuya aparición fue celebrada con una gran ovación de bienvenida. Su dirección estuvo muy pendiente de la textura y la sonoridad de los instrumentos y el resultado fue deslumbrante. Se puede optar por lecturas más enérgicas pero nunca he oído un Hoffmann tan bien tocado.

El reparto que había sufrido numerosas cancelaciones venía encabezado por Joseph Calleja. Su voz es grande, hermosa y el timbre especialmente penetrante pero las frases largas le provocan algún pequeño problema con la afinación. A nivel escénico se le notó algo tenso pero su labor fue correcta. Si consigue corregir estos pequeños problemas vocales un grandísimo tenor (el tiempo dirá…).

A su lado Alan Held con una voz sonora y fácil hizo una notable aportación a los cuatro roles villanos a los que echaríamos en falta algo más de sutileza. Espléndida la Giuletta de Ekaterina Gubanova. La sorpresa de la noche vino de la mano de Kate Lindsey, como Niklausse. Su voz no es muy grande pero tiene textura aterciopelada, es muy bella y la musicalidad incontestable.

No fue sorpresa el pletórico estado vocal de Anna Netrebko, como Antonia, con un poderío vocal impresionante de timbre ancho, casi spinto y unos agudos que recuerdan a la joven Joan Sutherland. Al final ovaciones para todos pero la sensación que puede mejorar el aspecto vocal en funciones sucesivas.

El tercer día Fabio Luisi, otro gran director, nos volvió a deleitar con una lectura extraordinariamente vivaz de Le nozze di Figaro. La producción de Jonathan Miller estuvo en esta ocasión reforzada por unos intérpretes en estado de gracia.

Hay que destacar en primer lugar al Fígaro de Luca Pisaroni (1975). Actor extraordinario, recitativos impecables, dicción diáfana y musicalidad extrema (qué gozada). A su lado Danielle de Niese rivalizó en el aspecto escénico pero vocalmente presentaba algún problema en la impostación. Es por ello que al inicio del tercer acto se anunció que sería sustituida por Lisette Oropesa de hermosa vocalidad pero menos expresiva.

Muy bien cantado y actuado el Cherubino de Isabel Leonard y exuberante pero con menor estilo el Conde de Ludovic Tézier. La sorpresa de la noche fue en este caso la Condesa de Angela Meade (1977). Voz grande, hermosa, gran musicalidad, estilo adecuado y buena actriz: A star is born. Al final grandes ovaciones para todos pero con mayor intensidad para Pisaroni y Meade.

Foto: The New York Times

El último día asistí a una representación de Il trittico. La escenografía es un gran acierto desde el punto de vista visual que afortunadamente viene acompañada en este caso por una soberbia dirección de actores de Jack O’Brien que en el caso de Gianni Scchichi calificaría de genial. Se nota que ha habido un trabajo intenso (que recuerda a “la Cubana”) dotando a todos los personajes (incluso los más secundarios) de marcada personalidad.

Stefano Ranzani al que conocemos en el Liceu por sus direcciones de Fedora y Samson et Dalila optó por una lectura de dulce lirismo y pocas explosiones que en Suor Angelica con una orquesta en estado de gracia llegó a momentos francamente conmovedores.

Patricia Racette cantó los tres roles de soprano con la lección muy bien aprendida. Fraseo típicamente pucciniano, dicción clara y sentido dramático innegable. Su voz no es la más bella del mundo pero no tiene problemas de tesitura donde otras se estrellan y caramba ¡qué nivelazo! A su lado apareció también en las tres obras Stefanie Blythe. Voz y cuerpo voluminosos, graves atronadores, gran musicalidad y buena actriz (esperando verle la Azucena algún día). Ambas recogieron grandes ovaciones a lo largo de la representación y al final.

Foto: Ken Howard/Metropolitan Opera

De los demás interpretes destacaremos a Željko Lučić con buenas intenciones pero más lírico de lo deseable. Espléndido Aleksanders Antonenko como Luigi. Voz muy timbrada y de belleza relativa para el Rinuccio de Saimir Pirgu (que debutara en el Liceu como Fenton) y excelente cantante–actor Alessandro Corbelli como Schicchi.

Un excelente viaje operístico que contó con la inestimable compañía de Loge, Amfortas y, cómo no, de la inevitable “French onion soup” que sienta tan bien en la fría noche neoyorkina.

Dandini

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La damnation de Faust, Barbican

El pasado martes tuvo lugar la versión en concierto de La damnation de Faust en el Barbican Centre de Londres. Varios eran los atractivos de este concierto, el debut en el rol de Marguerite de Joyce DiDonato, la dirección de Gergiev y escuchar de nuevo a Thomas Quasthoff después del estupendo recital que ofreció en el GTL la pasada temporada.

El último atractivo se vió truncado porque, por motivos de salud, Quasthoff fue sustituido en el último momento por Willard White quizá más adecuado como Méphistophélès que Quasthoff, de una voz más lírica. La verdad es que White estuvo muy bien como Méphistophélès pese a haber llegado a Londres desde Copenhague esa misma mañana.

La dirección de Gergiev me decepcionó un poco. La London Symphony Orchestra sonó bien ya que es una buena formación, destacable fue el solo de cuerno inglés, muy bien ejecutado por Christine Pendrill, del aria de Marguerite L’amour d’ardente flamme, por ejemplo, pero la dirección de Gergiev fue, para mi gusto, demasiado extremista lo que impidió disfrutar de una versión redonda.

Los fortes fueron demasiado secos, no era buen día para sentarse en la primera fila del patio de butacas, lo que contrastaba con los momentos más líricos de la obra que me parecieron mejor tratados por Gergiev.

Tengo que reconocer que me gustó más la versión que pude escuchar en el Teatro Real la pasada temporada bajo la dirección de Nicola Luisotti, mucho más vívida y fluida.

Michael Schade como Faust sufrió un poco, me parece que esta papel no es el más adecuado para él. La verdad es que añoré a Piotr Beczala.

El debut de Joyce DiDonato como Marguerite estuvo muy bien. Estuvo muy entregada, desde el punto de vista dramático, en cada una de sus intervenciones. Consiguió captar la atención del público, apenas se escuchó ningún ruido. Escuchémosle en Autrefois un roi de Thulé (5 m., 20 s.) y en D’amour l’ardente flamme (9 m., 31 s.).

(descarga pista 1, descarga pista 2)

En resumen, se trató de un concierto interesante en algunos aspectos que no acabó de despegar en la dirección musical, al menos es lo que me pareció.