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Dandini en Basilea

Hacía tiempo que me rondaba por la cabeza la idea de visitar el Theater Basel y finalmente ha sido posible estas navidades con la visión de dos espectáculos. El teatro de la Ópera de Basilea ha ganado el premio «Ópera del año» que otorga la prestigiosa revista Opernwelt en dos ediciones consecutivas. También pesaron los elogios del blog amigo Opera Cake.

La primera ópera visionada era Aida. La producción de Calixto Bieito ha recibido grandes elogios (justificados) en prensa y blogs. Bieito ha trasladado el amor entre dos miembros de bandos enemigos al estadio deportivo.

Como en todas sus regias hay escenas de gran contundencia como por ejemplo en el finale secondo desciende una enorme reja que cierra el escenario a la que suben los prisioneros y tras la cual cantan protagonistas y coro que resulta de enorme impacto.

Ramfis es un hincha extremista, pintado con los colores de su equipo, aficionado a los sacrificios de animales y que también pretende a Amneris. Ésta morirá a manos de los suyos por defender al traidor Radamés.

Alusiones a la explotación infantil, a la pederastia, el clero exaltando la violencia partidista y una ciega fanática dirigiendo con su bastón el canto de los seguidores, etc, etc.

Como es habitual todo muy bien ensayado y algún detalle superfluo como la prisionera deambulando sin cesar en ropa interior o el señor trajeado espectador de la violencia en los dos últimos actos. En fin, un espectáculo de gran contundencia que nos enseña el camino a seguir y que tras un ligero pulido puede ser de referencia.

En el capítulo de los cantantes el nivel era más desigual. La Aida de Adriana Marfisi tiene todas las notas y buena línea de canto pero el sonido es feo e ingrato.

Sergej Khomov empezó frío como todos los Radamés pero ya emitió un si bemol en pianísimo al final del aria, muy interesante. En los restantes actos estuvo espléndido.

Algo parecido sucedió con Tanja Ariane Baumgartner (a la que vimos una impactante Eboli en Frankfurt) que estuvo impresionante en el cuarto acto.

El barítono coreano Eung Kwang Lee (1981), premio Viñas 2007 donde cantó el aria del Príncipe Igor, es uno de los cantantes más prometedores del panorama actual. Grandes facultades, fraseo cuidado y temperamento desbordante. Siguiendo por este camino en unos años será muy popular.

Como muestra dejo un vídeo del prólogo de Pagliacci cantado por Eung Kwang Lee.

Vídeo de stoyanlee.

Gran impacto vocal y escénico del Ramfis de Daniel Golosov y secundarios de primer orden.

La batuta de Maurizio Barbacini fue plausible pero la orquesta tuvo algún esporádico fallo al igual que el coro.

El segundo espectáculo fue La Dama de Picas, en una versión ligeramente abreviada en lo musical de. Sorpresa mayúscula con el director de escena David Hermann (1977).

Este joven ha presentado trabajos suyos en Salzburgo y este año debuta en el Teatro Real, por lo visto a Gerard Mortier también le agrada.

En general podríamos decir que la historia viene contada y contrastada entre lo que siente el protagonista, Hermann, y lo que realmente ocurrió.

Me parece una solución fantástica. La escena de la habitación de la Condesa-Liza creó un silencio entre el público parecido al que provocan los pianísimos de la mismísima Edita Gruberova.

No voy a explicar los detalles pero os aseguro que este hombre posee un talento difícil de igualar. Al final de la obra el protagonista acaba apuñalando a Yeletsky que es el responsable de la muerte de Liza. Su mente paranoica le produce esta visión.

A nivel escénico, y según mi baremo personal, este es el mejor espectáculo que he visto este año junto a la Carmen del Liceu dirigida por Calixto Bieito y el Billy Budd de Frankfurt – Amsterdam dirigido por Richard Jones.

En el aspecto musical el rendimiento fue también excelente. Rotunda y expresiva la Liza de Svetlana Ignatovich, cantante revelación según la revista Opernwelt, con alguna leve tirantez en un par de agudos.

Maxim Aksenov (1982) lució como Hermann unos grandes medios vocales(con algún punto esporádico de reserva)y una actuación escénica impecable .

De nuevo extraordinario Eung Kwang Lee como Tomsky y también excelentes Hanna Schwarz, Condesa, Eugene Chan, Yeletsky, y Valentina Kutzarova, Polina.

Muy brillante actuación de la orquesta del teatro bajo la batuta espléndida de Gabriel Feltz, principal director invitado de la casa, y notable actuación del coro.

Bravos y éxito generalizado para todos .

En definitiva dos espectáculos muy estimulantes que nos muestran el funcionamiento de un teatro con un proyecto artístico que merece sin ninguna duda el título de Ópera del año con una orquesta algo superior a la del Liceu pero no al nivel de otros teatros del área germánica.

Aconsejo a quien pueda que no se pierda esta La Dama de Picas que no me extrañaría que ganara el tributo a la mejor dirección escénica del año.

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Dandini en Fráncfort

Consultando los distintos weekend del panorama operístico europeo este de la Oper Frankfurt quedaba en muy buen lugar. En tres días consecutivos tres obras maestras con las entradas de platea a un precio casi de escándalo: 70 o 77 (nueva producción) euros la localidad más cara. Tenía muy buenas referencias respecto al nivel de las masas estables del teatro pero era una incógnita el capítulo de los cantantes.

La Neue Oper Frankfurt es un teatro de arquitectura contemporánea que abrió sus puertas en el año 1963. Tiene una capacidad para 1368 espectadores que gozan todos de una muy buena visibilidad y de una envidiable acústica, tanto para la orquesta como para las voces que suenan de maravilla.

El primer día se representaba Don Carlo en versión italiana y con sus cinco actos. La producción de David MacVicar (le he visto mejores trabajos) era de corte tradicional pero mostraba un movimiento actoral muy trabajado. Pocas innovaciones en la interpretación del drama aunque podríamos citar el hecho de que el protagonista acababa degollado por un sicario bajo la supervisión del rey.

Entre los cantantes dos sorpresas muy agradables. El barítono griego Tassis Christoyannis (1967), de voz ligeramente atenorada hizo un soberbio Rodrigo. Fraseo verdiano con intención, voz perfectamente impostada y sin problemas de tesitura. Un gran y merecido triunfo.

Os dejo un fragmento del Ford de Glyndebourne para que os hagáis una idea.

Vídeo de parsifalito.

La otra gran sorpresa de la velada fue la Eboli de Tanja Ariane Baumgartner (otro nombre a retener). Esta mezzo-soprano de voz bellísima y aterciopelada, con un fraseo de calidad mozartiana, cantó una estupenda canción del velo  pero estaba por ver si tendría la fuerza deseada para el O don fatale. Todas las dudas quedaron disipadas al ofrecer una versión de indudable dramatismo con un do agudo de auténtico impacto y de perfecta afinación. La respuesta del público fue explosiva y entusiasta con multitud de bravos.

Entre sus compromisos figuran la Amneris en Basilea al lado de Ángeles Blancas y la participación en Lulu en el festival de Salzburgo. Os dejo también documento sonoro, en este caso de la Charlotte.

Vídeo de ainatenaira.

El bajo Kwangchul Youn encarnó un Felipe II de gran categoría. Su fraseo es fantástico y el legato que imprime a fragmentos como Osó lo sguardo o el Dormiró sol es de ensueño. El único punto débil es que el extremo grave de la tesitura resulta algo pálido.

Carlo Ventre se halla en un momento de plenitud vocal y demostró superar con creces a los tres últimos Carlos que han pasado por el Liceu. A pesar de ser su estilo más verista que verdiano.

El punto más flojo fue la Elisabetta de Annalisa Paspagliosi. La voz es muy bella y el timbre es el más italiano de todos pero su tendencia al vibrato en el registro superior no pasa desapercibido a pesar del intento de abreviar las notas.

Estruendoso el Inquisidor de Hakan Tirasoglu (¿de dónde lo han sacado? ).

Muy bien Carlo Franci en el podio con una idea ajustada de cómo se debe interpretar a Verdi a pesar de alguna esporádica precipitación en el tempo. La orquesta lució un sonido magnífico eso sí con algún pequeño tropiezo en el metal.

Al final ovaciones y bravos para todos pero con mayor intensidad para Eboli y Rodrigo.

El 2º día se presentaba Das Rheingold en una nueva producción de Vera Nemirova que ya está trabajando en teatros importantes como la Opera de Viena o el festival de Salzburgo y que conocíamos de la dirección de la parte audiovisual del auto da fe del último Don Carlos liceísta.

Unas plataformas ciculares separaban el mundo de los dioses en la parte superior del de los nibelungos en la parte inferior. Loge aparecía como un ser manipulador y era representado como un acróbata circense que no tenía miedo de las alturas. Los dos gigantes eran representantes del proletariado y Alberich perdía uno de sus dedos con abundante profusión de sangre en el momento que le arrebatan el anillo. Los dioses aparecían especialmente horrorizados al aparecer en escena un espectro de cómo se convertirían si perdieran a Freia que a su vez sentía cierta atracción por los gigantes. En fin, una puesta en escena cargada de ideas que nos ayudaban a comprender mejor la psicología de los personajes.

Entre los cantantes un muy buen nivel. A destacar el Loge magnífico de Kurt Streit de vocalidad casi mozartiana. El contundente Alberich de Jochen Schmeckenbecher. Notables Terje Stensvold (en mejor forma que en el Liceu) como Wotan, Martina Dike como Fricka, Meredith Arwady como Erda y fantástica la joven Katarina Magiera como Flosshilde.

Excelente la dirección de nuestro ex director musical Sebastian Weigle que subrayó el lado mozartiano de la partitura (un poco en la línea de Daniel Barenboim) y supo imprimir el carácter grandilocuente en los momentos que lo precisan. Sonoridad gloriosa de la orquesta con algún traspiés en el metal. Ovaciones finales para todos.

El último día asistimos a una función de Billy Budd que se presentaba en una producción de Richard Jones que sin menospreciar la liceística debida a Willy Decker hemos de decir que la supera y que es una de las mejores producciones operísticas que he visto nunca.

Decorados hiperrealistas en dos niveles que nos muestran el gimnasio, el dormitorio, los baños, el despacho del capitán, etc. Acompañado de un movimiento de actores, cantantes y coro absolutamente prodigioso e impensable en una escena operística.

El protagonista era Chistopher Maltman (1970) que es un auténtico especialista de este rol canta de maravilla y actua con la agilidad de un gimnasta. A su lado soberbio el Claggart de Clive Bailey y muy bien el captain Vere de John Daszak con algún pequeño problema vocal en el agudo. Gran actuación vocal y escénica del coro y magnífico rendimiento de la orquesta bajo la dirección de Paul Daniel.

Atronadoras ovaciones para todos.

Esta producción viaja la próxima temporada a la Nederlandse Opera de Amsterdam con Jacques Imbrailo de protagonista. Vale la pena no perdérsela. Dejo enlace de la versión con Peter Mattei como protagonista.

Vídeo de antmusique.

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Dandini en Nueva York

Este año el periplo americano tuvo una primera jornada cargada de adrenalina y yo diría que con carácter épico. Un retraso de cinco horas en el aeropuerto de El Prat y de una hora en JFK sumado a la lluvia, la escasez de taxis y un underground con paradas más largas que las habituales estuvo a punto de malograr la primera ópera (sin entreactos) que afortunadamente se inició con doce minutos de retraso. Con la maleta en la consigna del teatro llegué a mi butaca con hiperventilación pero tres minutos más tarde el inicio del espectáculo se normalizó la respiración pasando la concentración al aspecto auditivo y visual.

Foto: Sara Krulwich/The New York Times

From the house of death no es bajo ningún aspecto una obra menor de Leoš Janáček. Un compositor que hoy en día se recupera en todos los teatros del mundo, con una personalidad artística única y con pocos paralelismos con otros músicos. La obra versa sobre las frustraciones y experiencias de un grupo de presidiarios. La multigalardonada producción del debutante en el MET Patrice Chéreau (que esta temporada también se verá en La Scala), apoyada en una austera escenografía, rozaba de forma suavizada la idiosincrasia de Bieito.

La dirección de actores absolutamente soberbia y cuidando el más mínimo detalle llegaba a su punto culminante en la escenificación de dos obras por parte de los presos. El público del MET tildado habitualmente de conservador aplaudió calurosamente la representación (figurantes incluidos). Parece ser que este teatro quiere algo más que no sólo Zeffirelli y Traviata.

El largo elenco tenía un gran nivel del que destacaríamos Peter Hoare, Willard White, Stefan Margita y Kurt Streit. Entre ellos sobresalía un extraordinario Peter Mattei, como Šiškov, de intachable musicalidad y luciendo posiblemente la voz más hermosa de barítono que podemos encontrar hoy en día “around the World”.

El debut en el MET de Esa-Pekka Salonen no pudo ser más positivo: sonido compacto, cuidado extremo por el detalle y aportación del lirismo adecuado. Al concluir grandes ovaciones para todos y la sensación de haber asistido a un espectáculo de grandísimo nivel.

Foto: Sara Krulwich/The New York Times

La siguiente representación supuso el reencuentro con una de mis obras favoritas, Les contes d’Hoffmann, y el estreno de la nueva producción de Barlett Sher (después de su éxito con Il Barbiere di Siviglia). Con la utilización de unos decorados sencillos pero sugerentes, la idea del espectáculo resultó ser errática y superficial con bastantes momentos de relleno en la utilización de los figurantes y el cuerpo de baile sin demasiada coherencia. La persecución del poeta a cargo de una starlets en topless con poca gracia tampoco ayudaba demasiado.

La dirección orquestal corrió a cargo de James Levine tras un paréntesis de reposo por motivos de salud cuya aparición fue celebrada con una gran ovación de bienvenida. Su dirección estuvo muy pendiente de la textura y la sonoridad de los instrumentos y el resultado fue deslumbrante. Se puede optar por lecturas más enérgicas pero nunca he oído un Hoffmann tan bien tocado.

El reparto que había sufrido numerosas cancelaciones venía encabezado por Joseph Calleja. Su voz es grande, hermosa y el timbre especialmente penetrante pero las frases largas le provocan algún pequeño problema con la afinación. A nivel escénico se le notó algo tenso pero su labor fue correcta. Si consigue corregir estos pequeños problemas vocales un grandísimo tenor (el tiempo dirá…).

A su lado Alan Held con una voz sonora y fácil hizo una notable aportación a los cuatro roles villanos a los que echaríamos en falta algo más de sutileza. Espléndida la Giuletta de Ekaterina Gubanova. La sorpresa de la noche vino de la mano de Kate Lindsey, como Niklausse. Su voz no es muy grande pero tiene textura aterciopelada, es muy bella y la musicalidad incontestable.

No fue sorpresa el pletórico estado vocal de Anna Netrebko, como Antonia, con un poderío vocal impresionante de timbre ancho, casi spinto y unos agudos que recuerdan a la joven Joan Sutherland. Al final ovaciones para todos pero la sensación que puede mejorar el aspecto vocal en funciones sucesivas.

El tercer día Fabio Luisi, otro gran director, nos volvió a deleitar con una lectura extraordinariamente vivaz de Le nozze di Figaro. La producción de Jonathan Miller estuvo en esta ocasión reforzada por unos intérpretes en estado de gracia.

Hay que destacar en primer lugar al Fígaro de Luca Pisaroni (1975). Actor extraordinario, recitativos impecables, dicción diáfana y musicalidad extrema (qué gozada). A su lado Danielle de Niese rivalizó en el aspecto escénico pero vocalmente presentaba algún problema en la impostación. Es por ello que al inicio del tercer acto se anunció que sería sustituida por Lisette Oropesa de hermosa vocalidad pero menos expresiva.

Muy bien cantado y actuado el Cherubino de Isabel Leonard y exuberante pero con menor estilo el Conde de Ludovic Tézier. La sorpresa de la noche fue en este caso la Condesa de Angela Meade (1977). Voz grande, hermosa, gran musicalidad, estilo adecuado y buena actriz: A star is born. Al final grandes ovaciones para todos pero con mayor intensidad para Pisaroni y Meade.

Foto: The New York Times

El último día asistí a una representación de Il trittico. La escenografía es un gran acierto desde el punto de vista visual que afortunadamente viene acompañada en este caso por una soberbia dirección de actores de Jack O’Brien que en el caso de Gianni Scchichi calificaría de genial. Se nota que ha habido un trabajo intenso (que recuerda a “la Cubana”) dotando a todos los personajes (incluso los más secundarios) de marcada personalidad.

Stefano Ranzani al que conocemos en el Liceu por sus direcciones de Fedora y Samson et Dalila optó por una lectura de dulce lirismo y pocas explosiones que en Suor Angelica con una orquesta en estado de gracia llegó a momentos francamente conmovedores.

Patricia Racette cantó los tres roles de soprano con la lección muy bien aprendida. Fraseo típicamente pucciniano, dicción clara y sentido dramático innegable. Su voz no es la más bella del mundo pero no tiene problemas de tesitura donde otras se estrellan y caramba ¡qué nivelazo! A su lado apareció también en las tres obras Stefanie Blythe. Voz y cuerpo voluminosos, graves atronadores, gran musicalidad y buena actriz (esperando verle la Azucena algún día). Ambas recogieron grandes ovaciones a lo largo de la representación y al final.

Foto: Ken Howard/Metropolitan Opera

De los demás interpretes destacaremos a Željko Lučić con buenas intenciones pero más lírico de lo deseable. Espléndido Aleksanders Antonenko como Luigi. Voz muy timbrada y de belleza relativa para el Rinuccio de Saimir Pirgu (que debutara en el Liceu como Fenton) y excelente cantante–actor Alessandro Corbelli como Schicchi.

Un excelente viaje operístico que contó con la inestimable compañía de Loge, Amfortas y, cómo no, de la inevitable “French onion soup” que sienta tan bien en la fría noche neoyorkina.

Dandini